Tres eran los plazos para cerrar un acuerdo sobre negociación colectiva. Dos no se han cumplido y para el tercero los sindicatos no quieren presiones. Y así están las cosas.
En las próximas horas, dicen los líderes sindicales, pueden haber avances importantes. Para que eso ocurra, hay que superar algunos obstáculos que impiden el que el diálogo progrese adecuadamente. El primero de ellos es la conocida flexibilidad interna, porque el histórico nivel de paro en nuestro país ha puesto de manifiesto que ese modelo no es sostenible. Los sindicatos quieren cambiar la cultura del despido y que las empresas recurran a cambios de jornada, horarios o salarios antes que al despido para adaptarse a las crisis. El desencuentro se centra en cómo tomar las decisiones: los representantes de los trabajadores quieren que sean compartidas y no solo las de carácter permanente. La patronal sostiene que el control sindical solo debe hacerse una vez que el empresario tome la decisión.
El tiempo de descuento en el que están las negociaciones también afecta a la reforma de las mutuas laborales y al control del absentismo. En el primer caso, la CEOE quiere que las mutuas tengan más competencias en el control de las enfermedades comunes. Los sindicatos creen que una mayor colaboración por parte de las mutuas para controlar el absentismo será suficiente.
El gobierno se muestra impaciente y los sindicatos indignados, pero lo importante es que se alcance un acuerdo cuanto antes, aunque los líderes sindicales digan que nadie espere que sirva para crear empleo.