Según Randstad, el miedo a perder el empleo está provocando un descenso del absentismo laboral y un incremento del llamado ‘presentismo’, es decir, mayor presencia en la oficina, aunque no se produzca un aumento de la productividad.
La intensidad laboral y el estrés causado por la crisis está provocando la aparición de nuevas patologías laborales, como el ‘burnout’ o ‘síndrome del quemado’ (relacionado con esfuerzos laborales que no se ven compensados); la adicción al trabajo o la fatiga crónica.
Otras patologías relacionadas con el estrés son la ergodependencia (no poder dejar de trabajar ni un solo día durante periodos muy largos) y el tecnoestrés, relacionado con el uso de Internet y las nuevas tecnologías en el trabajo.
Físicamente, el tecnoestrés se manifiesta a través de dolores de cuello o cervicales, y un síntoma del mismo puede ser consultar el correo electrónico de manera autómata.